¡Qué cambios tan asombrosos son capaces de producir unos pocos años! Me dicen que incluso personajes respetables hablan de una forma monárquica de gobierno sin horror. De pensar se pasa a hablar, y de ahí a actuar no hay a menudo más que un paso. Pero, ¡qué irrevocable y tremendo! ¡Qué triunfo para los defensores del despotismo descubrir que somos incapaces de gobernarnos a nosotros mismos, y que los sistemas fundados sobre la base de la igualdad de libertades son meramente ideales y falaces! Quiera Dios que se tomen a tiempo medidas sabias para evitar las consecuencias que tenemos demasiados motivos para presentir.