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El baile es un oficio tan despreciado y deshonrado que si le dices a un médico o a un abogado que haces coreografías te mirará como si fueras un colibrí. A los bailarines no se les invita a visitar a la gente. Se da por sentado que un chico bailarín se escapará con las cucharas y una chica con el jefe de la casa.