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El gusto, una vez obtenido, puede decirse que no es una facultad adquirente, y debe permanecer inmóvil; pero el conocimiento es de crecimiento perpetuo y tiene infinitas exigencias. El gusto, como un canal artificial, serpentea a través de un hermoso país, pero sus fronteras están confinadas y su duración es limitada. El conocimiento navega por el océano, y está perpetuamente en viajes de descubrimiento.