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  • El dolor y el placer, el bien y el mal, nos llegan de fuentes inesperadas. No es allí donde hemos reunido nuestras más brillantes esperanzas, donde amanece la felicidad. No es allí donde hemos mirado con temor, donde encontramos la oscuridad más mortal. ¿Qué debería enseñarnos esto? A inclinarnos ante la gran y única Fuente de luz, y a vivir humildemente y con confiada resignación.