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  • No puede haber esterilidad en pleno verano. La misma arena producirá algo. Las rocas tendrán musgos, y cada grieta tendrá su flor del viento, y cada hendidura una hoja; mientras que del suelo fértil se criará una tropa magnífica de crecimientos, que llevarán su vida en diez mil formas, pero todas con alabanza a Dios. Y así es cuando el alma conoce su verano. El amor redime su debilidad, viste su esterilidad, enriquece su pobreza y hace que su mismo desierto brote y florezca como la rosa.