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El duque de Chartres solía jactarse de que ningún hombre podía tener menos valor real por su carácter que él mismo, y sin embargo daría con gusto veinte mil libras por uno bueno, porque con él podía ganar inmediatamente el doble de esa suma.
El duque de Chartres solía jactarse de que ningún hombre podía tener menos valor real por su carácter que él mismo, y sin embargo daría con gusto veinte mil libras por uno bueno, porque con él podía ganar inmediatamente el doble de esa suma.