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La mayor parte de lo que decimos y hacemos es innecesario: elimina lo superfluo y tendrás más tiempo y menos molestias. Así que en cada caso uno debe preguntarse a sí mismo: "¿Es esto, o no, algo necesario?". Y la eliminación de lo innecesario debe aplicarse no sólo a las acciones, sino también a los pensamientos: entonces tampoco habrá acciones redundantes.