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Hay que hablar bien, hablar con facilidad, hablar con justicia y hablar a tiempo: Es ofender al último, hablar de agasajos ante el indigente; de miembros sanos y salud ante el enfermo; de casas y tierras ante quien no tiene ni siquiera una morada; en una palabra, hablar de tu prosperidad ante el miserable; esta conversación es cruel, y la comparación que naturalmente surge en ellos entre su condición y la tuya es insoportable.