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  • Todo el mundo conoce la veneración que los judíos rendían a un nombre tan grande, maravilloso y santo. Ni siquiera lo dejaban entrar en sus discursos religiosos. ¿Qué podemos pensar entonces de aquellos que hacen uso de un nombre tan tremendo, en la expresión ordinaria de su ira, alegría y pasiones más impertinentes?

    Joseph Addison (1827). “The Evidences of the Christian Religion: To which are Added, Several Discourses Against Atheism and Infidelity, and in Defence of the Christian Revelation”, p.92