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El cuervo una vez se vistió de níveas plumas,
Blanco como el pecho inmaculado de la paloma más blanca,
Hermoso como el guardián del Capitolio,
Suave como el cisne; un ave grande y encantadora.
Su lengua, su lengua charlatana le había cambiado por completo
al negro hollín del blanco más puro.