-
Había visto una manada de búfalos, ciento veintinueve, salir de la niebla matinal bajo un cielo cobrizo, uno a uno, como si los animales oscuros y macizos, como de hierro, con los poderosos cuernos balanceados horizontalmente, no se estuvieran acercando, sino que estaban siendo creados ante mis ojos y enviados a medida que se acababan.