-
Hombre, no son tus obras, que son mortales, infinitamente pequeñas, y la mayor no es mayor que la menor, sino sólo el espíritu en el que trabajas, lo que puede tener valor o permanencia.
Hombre, no son tus obras, que son mortales, infinitamente pequeñas, y la mayor no es mayor que la menor, sino sólo el espíritu en el que trabajas, lo que puede tener valor o permanencia.