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  • Para que las mejores cualidades humanas alcancen algo parecido a la perfección, para llenarlas con los dulces jugos de la cortesía y la caridad, se requiere prosperidad o, en todo caso, una cantidad moderada de ella, igual que se necesita el sol para que maduren los melocotones y los albaricoques.

    Alexander Smith (1866). “Miss Oona McQuarrie: A sequel to Alfred Hagart's household”, p.116