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Ten caridad; ten paciencia; ten piedad. Nunca avergüences y confundas a un ser humano, por tonto, ignorante o débil que sea, sobre todo a un niño. Nunca, por petulancia, por sospecha, por ridículo, ni siquiera por prisa egoísta y tonta -nunca, sobre todo, por permitirse el placer diabólico de una burla- aplastes lo que es más fino y despiertes lo que es más grosero en el corazón de cualquier semejante.