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Ven, tarde, una vez más, estación de paz;
¡Regresa, dulce tarde, y continúa por mucho tiempo!
Me parece verte en el rayado oeste,
con paso de matrona, moviéndote lentamente, mientras la noche
se desliza sobre tu tren; una mano empleada
en dejar caer la cortina del reposo
Sobre aves y bestias, la otra dedicada al hombre
Con el dulce olvido de las preocupaciones del día.