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Ay, si mi mejor amigo, que dio su vida por mí, recordara todos los casos en que lo he desatendido, y los alegara contra mí en el juicio, ¿dónde escondería mi cabeza culpable en el día de la recompensa? Pediré, por tanto, bendiciones para mis amigos, aunque dejen de serlo, y para mis enemigos, aunque sigan siéndolo.