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Así, el amor es el afecto más fácil y agradable de la mente, y la gratitud el más humillante. Nunca reflexionamos sobre el hombre que amamos sin regocijarnos en nuestra elección, mientras que el que nos ha unido a él sólo por los beneficios se eleva a nuestras ideas como una persona a la que en cierta medida hemos perdido nuestra libertad.