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No hay hombre erudito que no confiese que se ha beneficiado mucho leyendo controversias, despertando sus sentidos, agudizando su juicio y estableciendo firmemente la verdad que sostiene. Si, pues, le es provechoso leer, ¿por qué no ha de serle al menos tolerable y libre escribir a su adversario? En lógica enseñan que los contrarios puestos juntos, aparecen más evidentemente; se sigue entonces, que toda controversia siendo permitida, la falsedad aparecerá más falsa, y la verdad más verdadera; lo cual debe necesariamente conducir mucho a la confirmación general de una verdad implícita.