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Me sorprendió la ausencia, incluso entre los chicos y chicas muy jóvenes, de toda motivación interior; eran incapaces de pensar, de inventar, de imaginar, de elegir, de decidir por sí mismos; esta incapacidad se expresaba en su conformismo; en todos los ámbitos de la vida empleaban sólo la medida abstracta del dinero, porque eran incapaces de confiar en su propio juicio.