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... la gente está creciendo en el vago parpadeo de una luz pálida que carece de la combustión concentrada de la llama de una vela o de una mecha de aceite o de la bombilla de una lámpara de escritorio de cuello de cisne: un brillo pálido, vacilante y oblongo, que emite un ruido incesante y que es para el conocimiento o el discurso real lo que las protestas maníacas o llorosas de un borracho son para el discurso responsable. Sin embargo, los borrachos saben cómo retener al público, al igual que la brillante pantalla oblonga mal enfocada.