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Plantamos un árbol que no será lo suficientemente grande como para trepar hasta que seamos demasiado viejos para trepar árboles, escribimos constituciones para proteger los derechos de personas que no nacerán hasta dentro de cien años y que, de todos modos, puede que no merezcan la pena, e intentamos cuidar de nuestros enfermos, aunque todos sufrimos una enfermedad para la que no hay cura ni esperanza de que la haya. No duraremos y sabemos que no duraremos, y aun así escribimos, tallamos, construimos, pintamos y plantamos para durar. Me parece que somos muy, muy valientes.