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cuando se baila bien, el movimiento posee una lógica común a todos nosotros, una inevitabilidad que lo lleva más allá de lo personal y egocéntrico y lo convierte en arte clásico.
cuando se baila bien, el movimiento posee una lógica común a todos nosotros, una inevitabilidad que lo lleva más allá de lo personal y egocéntrico y lo convierte en arte clásico.