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  • La locura es coherente, que es más de lo que puede decirse de la razón pobre. Cualquiera que sea la pasión dominante en ese momento, continúa siéndolo durante todo el delirio, aunque dure toda la vida. Los locos son siempre constantes en el amor; lo que ningún hombre en su sano juicio fue jamás. Nuestras pasiones y principios son constantes en el frenesí, pero empiezan a cambiar y a vacilar cuando volvemos a la razón.

    Richard Griffith, Laurence Sterne (1794). “The Posthumous Works of Laurence Sterne: ...”