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  • La belleza tiene tantos encantos, que uno no sabe cómo hablar contra ella; y cuando sucede que una figura agraciada es la morada de un alma virtuosa, cuando la belleza del rostro habla de la modestia y humildad de la mente, y la justicia de la proporción eleva nuestros pensamientos hasta el corazón y la sabiduría del gran Creador, se le puede permitir algo, y algo a los adornos que la realzan; y, sin embargo, cuando se lea toda la apología, se verá al fin que la belleza, como la verdad, nunca es tan gloriosa como cuando es más sencilla.

    Laurence Sterne (1823). “The Works of Laurence Sterne: With a Life of the Author”, p.241