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En comparación con los hombres escritores de igual distinción y años de vida, pocas mujeres escritoras han tenido vidas de productividad ininterrumpida, o han dejado tras de sí un "corpus de obra". La mayoría de nosotras nos caracterizamos por unos comienzos tempranos y luego silencios, o por unos finales atascados (silencios en primer plano) y largos periodos entre libros (silencios ocultos).