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La charla recreativa es, junto con el canto privado, una de nuestras pérdidas recientes más tristes. Al igual que cantar, hablar se ha convertido en un trabajo para profesionales cualificados, que cobran sumas considerables de dinero por hacerlo en la televisión y la radio mientras nosotros nos sentamos a escuchar en silencio o, si estamos realmente solos y decididos, llamamos a la emisora y nos sentamos con el teléfono en la mano esperando una oportunidad para aportar nuestros dos céntimos.