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Poco sabes lo que has hecho, cuando has roto por primera vez los límites de la modestia; has abierto la puerta de tu fantasía al diablo, para que pueda, casi a su antojo siempre después, representarte de nuevo el mismo placer pecaminoso.
Poco sabes lo que has hecho, cuando has roto por primera vez los límites de la modestia; has abierto la puerta de tu fantasía al diablo, para que pueda, casi a su antojo siempre después, representarte de nuevo el mismo placer pecaminoso.