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  • Los menos sofisticados de mis antepasados evitaban a toda costa a los extranjeros, por la buena razón de que, en sus círculos, hablar en lenguas solía ser el preludio del manejo de serpientes. Los más tolerantes consideraban las lenguas extranjeras como una especie de impedimento del habla que podía superarse con fuerza de voluntad.

    Barbara Ehrenreich (1990). "LOS PEORES AÑOS DE NUESTRAS VIDAS", Pantheon