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Decid, oprimidos por fantásticos males,
Algún nervio traqueteante que desconcierta vuestro reposo;
Que apretáis el mullido diván, mientras los esclavos avanzan
Con ojos tímidos, para leer la mirada distante;
Que con tristes plegarias el médico cansado se burla,
Para nombrar la enfermedad sin nombre siempre nueva;
Que con paciencia fingida soportan quejas terribles,
Que el dolor real y sólo eso puede curar;
¿Cómo soportarías en el dolor real yacer,
Despreciado, descuidado, dejado solo para morir?
¿Cómo soportarías exhalar tu último aliento,
Donde todo lo miserable allana el camino a la muerte?