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Experimentar los conflictos con conocimiento de causa, aunque pueda resultar angustioso, puede ser una baza inestimable. Cuanto más nos enfrentemos a nuestros propios conflictos y busquemos nuestras propias soluciones, más libertad interior y fuerza obtendremos. Sólo cuando estemos dispuestos a llevar la peor parte podremos aproximarnos al ideal de ser el capitán de nuestro barco. La tranquilidad espuria arraigada en la torpeza interior es cualquier cosa menos envidiable. Está destinada a hacernos débiles y presa fácil de cualquier tipo de influencia.