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  • Lo que uno piensa continuamente, en eso se convierte; lo que uno abriga en su corazón y en su mente, lo convierte en parte de la pulsación de su corazón, a través de sus propias células sanguíneas, y construye en su propio físico, aquello de lo que su espíritu y su alma deben alimentarse, y aquello con lo que será poseído, cuando pase al reino para el que las otras experiencias de lo que ha ganado aquí en el plano físico, deben ser utilizadas.