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Describir la belleza es casi imposible porque la percibimos, más que describirla. Si miras un cuadro de Rembrandt y empiezas a intentar describir cuál es la belleza que ves, tus palabras suenan absolutamente patéticas.
Describir la belleza es casi imposible porque la percibimos, más que describirla. Si miras un cuadro de Rembrandt y empiezas a intentar describir cuál es la belleza que ves, tus palabras suenan absolutamente patéticas.