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Exponga su vida a la necesidad real. Visita un país en desarrollo. Haz un viaje misionero de corta duración. Escribe a un preso, envía una carta a un niño apadrinado, sirve en el centro de la ciudad, en un banco de alimentos, en un centro de embarazos en crisis. Dedica tiempo a los que no pueden salir de casa, a los ancianos, a los enfermos, a los padres solteros, a los nuevos creyentes. Sólo tienes que encontrar una manera de hacer que la conciencia de tu vida agraciada con dones se cruce con un lugar de necesidad real, y Cristo en nosotros hará el resto.