Los estadounidenses respetan el talento sólo en la medida en que conduce a la fama, y reservamos nuestra más ferviente admiración a los famosos que destrozan sus vidas además de su talento. Los defectos fatales de Elvis, Judy y Marilyn se registran mucho más alto en nuestro aplausómetro nacional que sus logros en vida. En Estados Unidos, el talento no es más que una herramienta para hacerse famoso en vida y ser más famoso en la muerte, donde todos son iguales.