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Una garza nocturna de corona negra estaba de pie sobre un delantal de arena húmeda, mirando a través del canal. El penacho de plumas de su nuca se levantaba con una ligera brisa. Ahí fuera, el canal agitaba sus remolinos ciclónicos en sentido contrario a las agujas del reloj. Los bancos de anchoas, fletanes y lubinas iban y venían: destellos plateados, pequeñas tormentas que surgen del interior del mar pero duran poco, como los relámpagos.