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El dinero que se gasta en las elecciones es absolutamente inconcebible, aunque sea dinero privado. Es cierto que uno no se corrompe por el gasto de su propio dinero, pero hasta cierto punto el sistema sí. No podemos tener un sistema en el que las únicas personas con las que se puede contar para un voto que no parezca un voto a favor de un grupo de intereses especiales sean personas con enormes fortunas.