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Ninguna compañera, por sabia que sea, ningún amigo, por útil que sea, puede ser para mí lo que ha sido mi madre: su imagen perseguirá por mucho tiempo mi fantasía; su voz resonará por siempre en mis oídos: ¡que sus preceptos se hundan en mi corazón!
Ninguna compañera, por sabia que sea, ningún amigo, por útil que sea, puede ser para mí lo que ha sido mi madre: su imagen perseguirá por mucho tiempo mi fantasía; su voz resonará por siempre en mis oídos: ¡que sus preceptos se hundan en mi corazón!