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Del tabaco y sus consecuencias, no diré nada más que la práctica está en un punto demasiado malo como para dejar la esperanza de que nada de lo que se pueda decir en los libros vaya a obrar una cura. Si los suelos de las pensiones, las cubiertas de los barcos de vapor y las alfombras del Capitolio no hacen que los americanos se reformen, si las advertencias de los médicos no sirven de nada, ¿qué queda por decir? Abandono el nauseabundo tema.