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Hace unos diez días empecé a escribir un nuevo libro, y estoy completa y descaradamente dedicada a él: no me he cortado el pelo, no he escrito mis cartas, la casa está hecha un desastre, y estoy aquí sentada tan feliz como la señora Jellaby, aunque estoy en 1836, no en África. No seguiré así, caeré sobre algún obstáculo y despertaré de mis sueños con un ojo morado y las espinillas rotas: pero mientras dure, no me atrevo a interrumpirlo. No he tenido una racha de escritura así desde hace casi tres años.