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Ay de los que consiguen lo que desean. La realización deja un espacio vacío donde solía estar tu antiguo yo, el yo que suspira, medita y reflexiona. Amueblas una casa de ensueño en tu imaginación, pero qué sorprendente y definitivo cuando esa casa de ensueño es tu propia dirección. ¿Qué te queda? Rodeado de lo que querías, sientes una amputación. Los sentimientos con los que estabas acostumbrado a convivir son inútiles. Las condiciones que estableciste para tu felicidad se cumplen. Esa sensación juvenil de mareo cuyo lado agudo se parece mucho al hambre ya no te sirve.