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El signo de un buen matrimonio es que todo es discutible y cuestionable; nada se convierte en ley o política. Las reglas, si las hay, sólo las conocen los dos jugadores, que no buscan trofeos públicos.
El signo de un buen matrimonio es que todo es discutible y cuestionable; nada se convierte en ley o política. Las reglas, si las hay, sólo las conocen los dos jugadores, que no buscan trofeos públicos.