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Así como un estanque de agua no puede reflejar el cielo cuando está inquieto y perturbado, así nosotros nunca podremos tener una visión perfecta de la Divinidad, y mostrarla a los demás cuando estamos perturbados con pensamientos humanos y problemas personales. Sólo cuando estamos quietos y receptivos, Dios puede pensar Sus pensamientos en nosotros y utilizarnos para Sus propósitos.