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  • El pecador más temerario contra su propia conciencia tiene siempre en el trasfondo el consuelo de que seguirá por ese camino sólo esta vez, o sólo durante un tiempo, pero que en tal momento se enmendará. Podemos estar seguros de que no estamos en paz con nuestras propias conciencias mientras determinemos o proyectemos, o incluso consideremos posible, en algún momento futuro alterar nuestro curso de acción.