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El que es sabio suele sospechar de sí mismo y desconfiar de él, y por eso está dispuesto a "escuchar el consejo"; mientras que el necio, estando en proporción con su necedad lleno de sí mismo, y engolfado en la presunción, rara vez aceptará otro consejo que no sea el suyo, y por eso mismo, porque es el suyo.