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En realidad, "Extremely Loud & Incredibly Close" no trata del 11 de septiembre. Es sobre el impulso de vaciar ese día de su especificidad y convertirlo en otro manantial de emociones genéricas: tristeza, soledad, felicidad. Así es como funciona el kitsch. Explota imágenes familiares, ya sean cachorros o bebés -o, como en el caso de esta película, las torres gemelas- e intenta hacernos sentir bien, incluso virtuosos, simplemente por sentir. Y, sí, puede que llores, pero cuando las lágrimas se ordeñan como aquí, la verdadera respuesta debería ser la rabia.