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¡Oh, desde qué alturas de bendición es posible que un hombre caiga! ¡A qué profundidades de pecado puede descender un hombre, incluso con todo ese trasfondo espiritual! Cuanto más alto es el pináculo de bendición, autoridad y publicidad que ha alcanzado por gracia, más profundo y asombroso puede ser su colapso. No hay un solo día en la vida de un hombre que no dependa de la gracia de Dios para poder y de la sangre de Jesús para limpieza.