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  • Tal vez uno haría bien, incluso cuando es joven, en evitar pensar en sí mismo como escritor, porque hay algo un poco parado y satisfecho, demasiado saludable, en ello. Es mejor pensar en la escritura, en lo que uno hace como una actividad, más que como una identidad -escribir, yo escribo; nosotros escribimos; mantener la vocación como un verbo más que como un sustantivo; seguir trabajando en ello, a todas horas, en todos los lugares, para que tu vida no se convierta en una pose, en una pornografía del deseo.