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En la oración hay que mantenerse firme y no aflojar nunca, porque el que se rinde lo pierde todo. Si parece que nadie te escucha, grita aún más fuerte. Si te echan por una puerta, vuelve a entrar por la otra.
En la oración hay que mantenerse firme y no aflojar nunca, porque el que se rinde lo pierde todo. Si parece que nadie te escucha, grita aún más fuerte. Si te echan por una puerta, vuelve a entrar por la otra.