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Y a veces nos aferramos porque el recuerdo es tan doloroso que no podemos dejar de visitarlo y esperar que salga de otra manera. El riesgo de soltar es que tenemos que enfrentarnos a nosotros mismos y a nuestras posibilidades.
Y a veces nos aferramos porque el recuerdo es tan doloroso que no podemos dejar de visitarlo y esperar que salga de otra manera. El riesgo de soltar es que tenemos que enfrentarnos a nosotros mismos y a nuestras posibilidades.