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  • No estamos llamados a creer esta o aquella doctrina que se nos proponga hasta que podamos hacerlo por convicción honesta. Pero se nos pide que confiemos, que nos confiemos a Dios, estando seguros de que Él nos guiará correctamente, que nos mantengamos cerca de Él y que confiemos en las promesas que Él susurra a través de nuestra conciencia.